sábado, 31 de octubre de 2015

El bambuco

Autor: Lic. Amauri Angel

EL BAMBUCO[1]:
El Bambuco es la tonada base de la región andina, que comprende los departamentos de la zona montañosa ubicada en los tres ramales de la cordillera centro y oriente de Nariño, Cauca y Valle, Tolima y Huila, Antioquia, Risaralda y Quindío, Cundinamarca, Los Santanderes, centro y occidente de Boyacá. Como danza es la más característica de los bailes típicos de la zona, pero tiene rasgos propios en cada región, aunque guardando una cierta similitud.
Es, sin duda alguna, la máxima expresión del folclore andino colombiano. Son muy variadas las versiones en cuanto a su origen, siendo quizás la más generalizada la de su origen africano, sostenida inicialmente por el escritor Jorge Isaacs en su libro "La María" y luego compartida por un importante número de investigadores, folclorólogos e historiadores sobre la música colombiana. Tal versión dice que el nombre de "bambuco" fue tomado de la palabra "bambuk", nombre de un río de la región occidental africana, donde se bailaba un ritmo similar, pero de ninguna manera coincidente con el baile del bambuco colombiano.
Para otros investigadores su origen es chibcha y para otros es español. Y es desde Colombia que llega el bambuco a Centro América, las Antillas y México, debido principalmente a las giras de Pelón Santamarta por esas tierras con su dueto "Pelón y Marín".
En sus inicios el bambuco se interpretó con bandola, tiple y guitarra. Su canto es preferentemente para ser interpretado a dueto de voces, de los cuales han dejado profunda huella por su gran calidad instrumental y vocal. Poco a poco los compositores de cada nueva generación le fueron introduciendo orquestaciones más amplias y complejas, siendo así que en la actualidad se interpreta en todo tipo de conformaciones instrumentales y vocales. Desde un solista hasta una orquesta sinfónica y una masa coral. La forma coreográfica del Bambuco no difiere en su esencia, de una parte a la otra. Esa unidad interpretativa es la que le ha valido el bien ganado nombre de Danza Típica Colombiana. [2]
Las parejas se desplazan con movimientos puros y recogidos, los contactos son fugaces y llenos de delicadeza. Hay una gran dosis de ingenuidad en su interpretación. En esta danza son inconcebibles las figuras arrebatadas y los pasos en los que se levanta la pareja en actitud de cargarla. Lo esencial es el paso con los pies en el suelo y el escobillao condición imprescindible de un buen bambuco. Hasta hace relativamente pocos años, unos 30 años, el Bambuco se bailaba en ferias y fiestas, en plazas públicas de ciudades y pueblos y en los campos. Se bailaba al igual que en tiempos de la Independencia, como cuando los Generales Bolívar y Santander mandaban que se ejecutara en sus celebraciones.
DATOS DE DESCRIPCION:
Para abordar la presente descripción se estudiaron una serie de bambucos compuestos  aproximadamente entre 1830 y 1900 en Bogotá, o que cuya interpretación puede situarse en  esta ciudad pese a que hayan sido compuestos en otras regiones del país. Dichas  composiciones abarcan todo el periodo de estudio y pertenecen a diversos compositores y estilos vigentes durante el siglo XIX. Se recurrió también al estudio de otros documentos y bambucos pertenecientes a distintas  subregiones de la zona andina colombiana en el siglo  XIX, los cuales pudieron ser muy similares e influir de una u otra manera en los bambucos  que se escribieron en Bogotá. Así mismo se recurrió a diversos textos históricos, musicales  y antropológicos, escritos durante el siglo XX, que aportan una visión sobre el siglo XIX.

ORGANOLOGÍA Y TÉCNICAS DE INTERPRETACIÓN:

Al igual que el desarrollo del bambuco y su vinculación dentro del proceso de construcción  de una identidad colombiana, el estudio detallado de los instrumentos vinculados a su  contexto es bastante escaso. Por lo general,  la descripción organológica de este ritmo se  reduce al trío tradicional, compuesto por  guitarra, tiple  y bandola, instrumentos que  entraron a formar parte del imaginario colectivo nacional con sus funciones musicales  rigurosamente definidas. Sin embargo hay otros instrumentos musicales vinculados con la interpretación del bambuco en toda la zona andina colombiana, que tienden a variar de  acuerdo con la subregión donde se interprete esta música; algunos de estos instrumentos  han caído en desuso y otros subsisten gracias a la tradición particular de determinada  localidad.

Rastrear su origen, su forma primitiva o la manera en que se vincularon con la interpretación del bambuco o con otros ritmos propios de la zona andina del país se hace complicado debido a lo exiguo del material bibliográfico y documental, que no permite  precisar esta información.

 No obstante, el siguiente apartado se ocupará de reseñar los  instrumentos que, según la documentación consultada, de una u otra forma estuvieron  involucrados con la interpretación del bambuco en Bogotá durante el siglo XIX y cuyo  significado particular estuvo determinado por la interacción de éste con el entorno cultural  que lo rodeo, legitimando de cierta manera su propio hecho musical. Resulta importante  aclarar que no se intentará explicar ni reseñar el probable origen y desarrollo general de  cada uno de estos instrumentos; las descripciones que siguen a continuación abordarán  principalmente las características, el uso, la función, la técnica interpretativa y el desarrollo  específico de este instrumental dentro del periodo en cuestión, elementos estrechamente relacionados que, unido con el estudio de su inserción y participación en la sociedad  bogotana del siglo XIX como se verá en la segunda parte del escrito, nos permitirán  dimensionar su valor simbólico.

BANDOLA:

Este instrumento puede describirse como un laúd de mango con caja de pulsación[3]. Para su interpretación se utiliza un plectro que,  durante gran parte del siglo XIX, se fabricó generalmente con un  cañón de pluma o de cuerno. Su característica tímbrica está dada por la amplitud de sus sonidos agudos, los cuales posicionan al instrumento como esencialmente melódico, desempeñando un papel  primordial en los bambucos instrumentales y vocales.  

Paulatinamente su morfología se fue trasformando a lo largo del  siglo, pero fue especialmente en las últimas décadas del mismo donde  se presentaron los cambios más substanciales: su aspecto  aguitarreado  que se había mantenido prácticamente sin ningún  cambio, en este período toma un aspecto similar a la de la bandurria española.
Tomando como base el instrumento de la fotografía podemos decir que sus medidas  aproximadas, hasta cerca de los años de 1898, fueron: 61 cm de eje vertical (largo total);  17,5 cm en la cabeza o paleta; 23,5 cm en el  diapasón, con 17 trastes, y alrededor de 17 cm  en el ancho de su tapa armónica. Su técnica de interpretación está recogida en el  “Método  completo para aprender a tocar tiple y bandola sin necesidad de maestro”  escrito por José  Viteri (ca. 1835 – 1913) y publicado en el año de 1868 en Bogotá. Allí el autor señala:

¿Cuál es el modo de tocar este instrumento?: con la mano derecha se tocará un pluma flexible y apoyando el carpo o muñeca de esta mano contra el borde inferior de la caja de la bandola, se  colocará ésta contra el pecho hacia el lado derecho, de modo que la mano quede sobre las cuerdas en  actitud de tocar.[4]
.
La utilización del plectro cumplía una función determinante en el momento de realizar el  trémolo, sobre esto anota Viteri:

Como los sonidos de la bandola no tienen larga vibración, se ha adoptado  el sistema de batir con velocidad la pluma sobre las cuerdas  correspondientes a la nota escrita en forma de “semibreve”, de “mínima”,  de “semimínima” y en todas las figuras de duración prolongada. [...] Para  que el sonido sea fuerte, debe batirse la pluma sobre las cuerdas frente a  la boca de la caja, asentándola i apretándola, pero si se quieren obtener  sonidos más suaves se batirá la pluma sobre las cuerdas cerca de la  rabiza, i así se logra un efecto más dulce en los sonidos.[5]
.
La distribución de sus cuerdas metálicas estaba dada por cuatro órdenes dobles afinados al unísono: sol’’, re’’, la’, mi’; así mismo, y según como lo muestra la fotografía anterior, era  posible emplear tres cuerdas en los dos primeros órdenes para un total de diez.

Alrededor de 1867 se le agrega un quinto orden en la altura de si, el cual se le atribuye al escritor,  ingeniero y músico Diego Fallón  (1834 – 1905). En este diseño también es usual emplear  tres cuerdas en los dos órdenes más agudos. La última modificación registrada durante el  siglo XIX data aproximadamente de mediados de la década de 1890, y es atribuida al  intérprete y compositor Pedro Morales Pino.  El resultado final fue un instrumento  bastante similar a la bandurria española, pues el número de cuerdas de la bandola fue  aumentado a catorce incluyendo un último orden doble de cuerdas en la altura fa#.
De otra  parte, su forma análoga a la de la guitarra pasó a tomar una apariencia ovoide o  aperada,  sentando el diseño de la bandola que se mantiene hasta hoy. En las primeras décadas del  siglo XX las medidas aproximadas de este instrumento eran las siguientes: 69.5 cm. de eje  vertical (largo total), 32.3 cm. de diámetro de la caja, con un total de 18 trastes.[6] Su  afinación final será:




                                                                                     




                                                                                                                                       Afinación de las cuerdas.







BANDOLA (Instrumento tradicional de Colombia)[7]

Como se verá en el transcurso de este escrito, muchas de estas transformaciones están directamente ligadas al momento socio-cultural por el que atravesaban; pues el auge de un criterio  civilizador llevó a la búsqueda de una equivalencia sonora de los instrumentos autóctonos frente a los extranjeros, reflejado también en la ampliación del repertorio junto a  sus nuevas dificultades técnicas.

TIPLE:
Al igual que la bandola, este instrumento es un  laúd de mango con caja de pulsación Su interpretación puede tener dos variantes: la primera, cuando el instrumento es utilizado en función melódica, valiéndose de un plectro o mediante pulsación digital, y la segunda, cuando es utilizado en el  acompañamiento instrumental desempeñando función armónica a manera de rasgueo, lo cual es más habitual. Su  evolución durante el siglo XIX sentó las bases del tiple  contemporáneo y, al finalizar el siglo, se habían adoptado casi de manera definitiva su  encordado, su tamaño y su afinación.  Su aspecto evolucionó notablemente durante la segunda mitad del siglo XIX.

 La primera  descripción en donde se habla de él con algún  detalle data del año de  1849, allí se describe  con un tamaño de 50 cm y su función primordial estaba determinada sólo por el  acompañamiento armónico y la distribución de sus cuerdas. Este último aspecto resulta  sumamente importante ya que se habla de cuatro clases de tiples, diferenciados por el número de sus cuerdas, dispuestas en cuatro órdenes afinados en mi’, si, sol, re.

La  primera clase de tiple descrita en ese año presenta cuatro cuerdas, la segunda clase presenta a un tiple de cinco cuerdas doblando presumiblemente el registro más grave, y por último  describe un tiple de ocho cuerdas en donde cada orden es doble, el cual sería el modelo que  se desarrollaría más adelante.

 Apoya esta idea la descripción que aparece alrededor de  1868, la cual da una clara imagen de la manera de encordar el tiple y la distribución de sus  cuerdas: se trata del “Método para aprender los tonos en tiple”, escrito por José Eleuterio Suárez. Allí describe cuatro órdenes pareados de cuerdas en donde el segundo, tercero y cuarto presentan una cuerda a una octava más grave,[8] patrón que se mantendría  prácticamente invariable durante el resto del siglo.

Como se mencionó anteriormente, la característica fundamental en la interpretación de este  instrumento es el acompañamiento armónico a modo de rasgueo, al respecto de esta técnica  y de una manera muy descriptiva, un tanto inusual en los métodos instrumentales de la  época, anota Telésforo D’Aleman:

El rasgado se hace en acordes, produciendo en ellos ritmos  caprichosísimos según el aire que venga al caso [...]. El rasgado,  pues, lo hace la mano derecha en las cuatro cuerdas, que por otra parte la izquierda va modulando los acordes y variando  rápidamente el posturaje o el acorde a que haya de pasar. Se  produce el rasgado con los cuatro dedos, por el lado de las uñas,  con rapidez y con suavidad, bajando la mano atendiendo que los  dedos bajen uniformes, uno tras otro, y para subir se hace  únicamente con el pulgar, también por el lado de la uña suavemente  y aprisa, de modo que suenen todas las cuerdas casi  instantáneamente. La posición de la mano derecha debe ir un poco  sesgada sobre las cuerdas, encima de la boca, arqueados los dedos igualmente, y el pulgar tocando la  punta con la del índice, de modo que queda la mano como si hubiera de tener un rollo de papel  cogido en su volumen.[9]
Para esta época, las dimensiones del tiple habían cambiado notoriamente con respecto a la  primera descripción de 1849. Para finalizar el siglo XIX sus medidas aproximadas eran las siguientes: de 85 o 90 cm de eje vertical; en el diapasón 36,2 cm; una anchura de 24 a 25,5 cm, y 9cm de fondo; 18 trastes y encordado metálico empleando en los pares octaveados la  cuerda más grave sobre la aguda[10]. Su afinación sería la siguiente:













                                                                                                                                   Afinación de las cuerdas.
TIPLE (Instrumento tradicional de Colombia)[11]





Complementaría esta organología propia del bambuco —en cuanto a instrumentos de  cuerda pulsada se refiere— la guitarra, la  cual se mantuvo durante todo el siglo XIX tal y  como se conoce hoy día, pues al no verterse sobre ella un carácter identitario con la cultura  andina del país no era plausible realizarle modificaciones, así que se mantuvo con sus  mismos órdenes de cuerdas y su forma que, podríamos decir, incidió en la creación de los  dos instrumentos mencionados anteriormente. 

La utilización de estos tres instrumentos  para la interpretación de la música llevó  prácticamente a institucionalizar el conjunto  instrumental que se denominaría trío colombiano”, compuesto por la bandola, que hacía  la parte melódica; el tiple, que desempeñaba el acompañamiento armónico, y la guitarra, la cual realizaba acompañamiento armónico, bajos y algunos “cantos”, como respuesta o  complemento a la melodía que planteaba la bandola. El desarrollo, las causas, las  influencias y los elementos que llevaron a la conformación de este conjunto instrumental y  demás factores musicales e instrumentales relacionados con el bambuco serán tratados en la  segunda parte de esta investigación.


Junto a estos instrumentos de carácter melódico y armónico coexistieron también algunos  instrumentos de percusión quienes complementaban el cuadro interpretativo. Aunque  según algunos de los documentos consultados, éste instrumental ya está activo por lo menos  desde la tercera década del siglo XIX, la aparición o utilización de los mismos se puede  remontar a la época precolombina donde pudieron desempeñar un rol importante en  contextos rituales o ceremoniales[12].

De este instrumental percusivo podemos resaltar por  ejemplo las maracas, instrumento particular a varias comunidades indígenas del país como los Cuna y los Wuayuú[13], que debido a su particularidad musical fue utilizado en varias  expresiones musicales de Colombia durante el siglo XIX, siendo hoy día un instrumento  indispensable para la interpretación de las música llanera en la región de la orinoquía. Algo similar sucedió con la carraca, instrumento  también muy popular en las islas del caribe  colombiano donde es llamado jawbone, y con las cucharas o con las sonajas tubulares,  como el chucho o alfandoque, que adquirieron  un estatus identitario que se fue  acrecentando aún más con su vinculación a músicas populares, hasta lograr una legitimación dentro del constructo imaginario de la identidad regional y nacional. Sin  embargo, lamentablemente no contamos con un estudio más sólido de los instrumentos  precolombinos en Colombia que nos permita arrojar algunas conclusiones más precisas.


CHUCHO O ALFANDOQUE:
Este instrumento es un idiófono sacudido, de la clase sonajas de recipiente tubular. Generalmente es fabricado en caña o guadua, con un  tamaño que oscila entre los 30 y 75 cm de largo y un diámetro  aproximado de 3 cm.

 En su interior se encuentran semillas o granos, los  cuales producen un sonido característico al chocar entre sí y con las  paredes del recipiente. En algunos casos, el  chucho puede tener una modificación en los extremos o en el interior de él. En primer lugar, los orificios extremos pueden estar total o parcialmente cubiertos por una  rejilla hecha de pequeños listones del mismo material con que se construyó el instrumento. [14]

La función de esta rejilla, que se ubica a 2 o 3 cm de los orificios extremos del tubo, es permitir un incremento en el volumen sonoro del mismo e impedir la salida de los granos o semillas que están en su interior.

 En segundo lugar, en el interior del tubo pueden  encontrarse otros listones dispuestos con el diámetro del instrumento o sobre su diagonal,  los cuales cumplen una función de retardar la caída de las semillas o granos cuando el instrumento es sacudido, prolongando así la sonoridad del mismo.
                           
  
                 CHUCHO[15]                                                               






         EJECUCION DEL CHUCHO




MARACAS:                                                                                                                           Se trata de un idiófono sacudido, de la clase sonajas de recipiente esférico u ovoide. Usualmente está fabricado de calabazo, con desigual cantidad de semillas secas, granos o pequeñas piedras en su interior para permitir dos sonidos distintos. La interpretación de este instrumento varía notablemente  de acuerdo con la posición que se adopte para hacerlo, sin embargo el  principio de su funcionamiento está muy bien definido: se toma una maraca  en cada mano colocándolas usualmente a la altura del pecho y se agitan en movimientos  contrarios o paralelos. [16]











                                    
                                                            

MARACAS[17]







PANDERETA

La utilización de este instrumento dentro de la cultura colombiana data de  mucho tiempo atrás, pues aparece en pinturas de los siglos XVI y XVII, y—al igual que la guitarra—fue uno de los instrumentos llegados al nuevo  reino directamente desde España.












                                                            PANDERETA[18]

Permaneció sin modificaciones desde  esa época y se vinculó con el montaje e interpretación de músicas  populares haciendo parte activa, durante el siglo XIX, de la interpretación  de bambucos. Podemos describirlo de dos formas: como un instrumento membranófono,  de la categoría de tambor de marco, sin asa y de un parche; y como un instrumento idiófono  de entrechoque cuando se ponen en vibración las láminas metálicas montadas sobre su  marco al golpearse entre sí.

TAMBORA
Este instrumento hace parte de los membranófonos, de la clase  de tambores cilíndricos de dos membranas; para su  interpretación se utilizan dos baquetas y su sistema de tensión  está determinado por los aros. Se  fabrica del tronco de un árbol,  preferiblemente balso; éste se ahueca o se  vacía hasta dejar una pared cilíndrica con un diámetro aproximado de 50 cm.

Enseguida se cubren los extremos utilizando piel de res estirada y asegurada con aros de bejuco, templada con cabuya entrelazada en zigzag de uno al otro borde de los parches. Este instrumento puede interpretarse sobre una base o terciado sobre el hombro, percutido con dos baquetas distintas cuyo largo puede oscilar entre los 20 o 30 cm, una de ellas es recubierta de trapos en la punta y es la que golpea el parche y la otra sencillamente es un palo de madera que golpea el cilindro.[19]



  
TAMBORA[20]
CARRACA:






Este instrumento es el hueso de la mandíbula inferior de un equino  secada al sol y su sonido particular está dado por el raspado de sus dientes con otro elemento que puede ser otro hueso o por la vibración que estos producen al chocar entre sí y contra el hueso cuando es golpeado con la mano en sus partes laterales. Dada esta particularidad, se puede considerar a este instrumento como un idiófono raspado, como un idiófono de placas de percusión o de la clase sonajas de marco, a causa de los dientes sueltos de la mandíbula.[21]









CARRACA[22]

CUCHARAS:

Podemos clasificar este instrumento como un idiófono de la clase  de placas acanaladas de entre choque. Como su nombre lo indica,  son cucharas hechas de madera que se interpretan tomándolas en una mano enfrentadas por el lado opuesto de su cavidad, para ser golpeadas con la otra mano en disposición de palma abierta o recogida a manera de puño; generalmente se posan sobre el muslo de alguna de las piernas.

Es complicado saber a ciencia cierta desde cuando todos estos instrumentos de percusión empezaron a ser utilizados en la zona andina del país y como fueron vinculados en la interpretación de bambucos, pero según las  evidencias encontradas, se pueden ubicar fácilmente en las primeras décadas del siglo XIX, algunos con más protagonismo que otros y con un valor social que está predominado por la usanza campesina. No obstante hay regiones de Colombia donde su uso es mucho más importante y significativo, pues también hacen parte de otros géneros musicales de corte tradicional, como por ejemplo en el pasillo, la guabina o el torbellino.[23]





CUCHARAS[24]







MÚSICA:

La estructura musical del bambuco está constituida principalmente por una serie de  elementos rítmicos, los cuales aportan el factor diferencial de ésta y la distinguen de las demás manifestaciones musicales colombianas. Tanto dicho elemento como sus aspectos melódico y armónico registraron diversos cambios en el transcurso del siglo XIX, debido en gran parte a circunstancias de tipo social, político y económico, enmarcadas por el desarrollo particular de Bogotá y la búsqueda de elementos o factores potencialmente simbólicos o que pudieran colaborar en la construcción de una identidad nacional.

 Expuesto de otra manera, podríamos afirmar que el proceso musical fue el resultado de las  diversas motivaciones y actitudes de la sociedad capitalina en torno al proceso de construcción de una “colombianidad”. Enseguida se analizarán las características particulares que definen esta música, destacando su aspecto rítmico, armónico y melódico.




RITMO:

El estudio de la grafía del bambuco en Bogotá en el siglo XIX arroja numerosas cuestiones. En primer lugar hay una cierta contradicción en la manera de escribir la música, ya que los compases ternarios simples empleados no logran ajustarse exactamente con la idea melódica que se quiere plantear, dando la impresión de que la composición tratara de adecuarse al ritmo, desplazando los acentos naturales del compás.

 Esto puede obedecer en cierta manera a que la formación de la mayoría de los músicos bogotanos del periodo en cuestión no fue de la más alta calidad, si tomamos en cuenta las trascripciones conocidas de  bambucos tradicionales y las composiciones originales que se hicieron en esa época, en donde el acento prosódico del texto no coincide con el acento musical, y donde éste último, cuando la obra es completamente instrumental, aparece fuera del acento métrico del compás, desplazando los acentos “naturales”.

 Nos encontramos aquí con un gran dilema  que se constituyó en un común denominador, a lo largo del periodo de estudio por lo menos en lo referido a la escritura del bambuco, y es que no siempre el resultado escrito de la música correspondió exactamente a lo que realmente se interpretaba ni tampoco al pensamiento o a la idea primordial del transcriptor o compositor. Por otro lado nos encontramos con una segunda cuestión, y es el que el aire, sabor o“ese algo”, que constituyó la característica del ritmo y lo posicionó por encima de otros ritmos de la zona andina colombiana, era determinado por sus intérpretes sin reparar en la escritura del pentagrama.

 El problema acerca del aire característico se apoya en algunas de las crónicas o documentos históricos sobre los intentos de interpretación del bambuco por  músicos extranjeros; según estos textos, en tales condiciones nunca pudo interpretarse un bambuco con buenos resultados, incluso las melodías que lograron traspasar el siglo, entrado el siglo XX tuvieron que modificar su compás para lograr ajustarse a la realidad sonora.

 Esto muestra claramente el alto nivel de transmisión oral en lo que se refiere al ritmo, dejando posiblemente la notación para la transmisión o memoria de la línea melódica La gran dificultad en la escritura del bambuco resulta de la correcta distribución del acento métrico de las frases debido a la polirritmia que se produce entre melodía y acompañamiento.

A mediados del siglo XX se propuso una escritura polimétrica para tratar de solventar el problema de la distribución de acentos rítmicos de la mayoría de los bambucos; pero, por un lado, esta escritura dificulta su lectura y su medida musical y, por otro, no logra ajustarse apropiadamente al acompañamiento instrumental.

Para realizar el siguiente análisis rítmico utilizaremos la propuesta más aceptada en Colombia para la trascripción del bambuco que está enmarcada en una polirritmia, circunstancial en algunos casos, de 3/4 - 6/8, que, aunque no logra ser del todo aceptada por algunos músicos del país, en la realización de esta investigación se ha considerado como la escritura más razonable y adecuada, al ser la que mejor se ajusta tanto a la trascripción melódica como el acompañamiento De manera general podemos afirmar que la estructura rítmica del bambuco presenta fórmulas que podemos expresar en compases binarios compuestos y ternarios simples, los cuales frecuentemente se alternan formando una hemiola o están superpuestos en la melodía y el acompañamiento funcionando simultáneamente los dos esquemas.

Usualmente la melodía funciona en 6/8 alternado con 3/4 en algunas ocasiones o momentos de la composición. El acompañamiento, en especial el de la percusión, suele dividir la acentuación rítmica: algunos instrumentos utilizan con mayor frecuencia el 6/8 y en otros predomina el 3/4. Como caso ejemplar, el acompañamiento en la tambora emplea simultáneamente las dos estructuras: 3/4 en el parche o membrana y 6/8 en la madera. Otro factor que contribuye a la polirritmia del bambuco es la tendencia hacia el 2/4 de la carraca, que en algunas ocasiones realiza una pequeña variación de su ritmo base; es entonces cuando el bambuco presenta una escritura simultánea de 3/4, 6/8 y 2/4, aunque esto puede quedar reducido a la combinación de 6/8 3/4 para mayor equilibrio en la trascripción y mayor comodidad en su lectura e interpretación:








Usualmente una de estas figuras es la que predominará durante toda la interpretación y a la que se denominará ritmo base. Las diversas variaciones rítmicas de estos instrumentos de  cuerda y percusión suelen aparecer generalmente con el cambio de frase musical o, en ocasiones, son hechas al capricho del intérprete. Para el inicio del bambuco están definidas dos opciones básicamente.

La primera consiste en un compás de tres negras en tutti, al cual suele seguir el grupo de corchea–negra, corchea–negra o, simplemente, cada cual prosigue con alguna de sus células rítmicas propias y sus variaciones al iniciar el siguiente compás. La segunda opción es la simple incursión de cada instrumento con su célula rítmica correspondiente. Esto puede suceder cuando el bambuco empieza ya a tiempo, ya en antecompás.

En este último caso el bloque instrumental entrará sobre el primer tiempo del compás siguiente. Como se puede ver en este análisis rítmico, el bambuco no está sujeto a un determinado acompañamiento que emplee rigurosamente las variaciones y su ritmo base cada cierto periodo musical; éstas aparecen, por lo general, a gusto del intérprete, aunque hay ciertas  partes —como las mencionadas anteriormente— donde éstas pueden coincidir. Por otro  lado, la cantidad de variaciones o de estilos interpretativos del bambuco puede variar según la región donde se interprete, por ejemplo en la manera de rasguear el tiple al invertir algunos de sus golpes, es decir, mientras algunos inician bajando, otros inician subiendo. No obstante, el ámbito rítmico se mantiene muy similar.


MELODÍA:


Si aplicamos el patrón de 6/8 a las melodías de bambuco, podemos observar que la característica primordial de la estructura rítmico-melódica radica en la presencia de la síncopa producida por la unión de la última corchea del compás con la primera siguiente (síncopa de cauda) provocando el efecto de desplazamiento de la parte débil del compás y haciendo que funcione como una parte fuerte:






Este contexto métrico es el que diferencia la melodía “bambuquera” de la de otros ritmos colombianos y es la que le da ese aire tan particular. Este tipo de síncopa puede estar presente en secuencias de uno o dos compases, siendo este último el más usual:


                                   


Otra de las características formales básicas de la melodía del bambuco es la estructuración de frases cada 4 compases, presentando por lo general una pequeña cesura de articulación de la frase entre el segundo y tercer compás:








De las múltiples alternativas para proseguir el discurso rítmico-melódico inmediatamente después de la síncopa sobresalen dos opciones:

1.      Seguir con otro compás de corchea:








2.      Continuar con una negra, que da la sensación de conclusión o reposo, para proseguir con otro grupo de tres corcheas:









La melodía del bambuco puede hacer su entrada a tiempo, bien sea con una secuencia rítmica de seis corcheas, dos negras con puntillo o tres negras; bien en antecompás, generalmente con dos corcheas o en la secuencia corchea-negra. Esta última combinación y su inversa son bastante comunes en el desarrollo melódico del bambuco. La síncopa interna suele aparecer con menor frecuencia que las estructuras rítmicas anteriormente mencionadas, y puede tener un carácter conclusivo o estar unida a la frase siguiente.

Desde el punto de vista armónico, las síncopas pueden producir principalmente los efectos de:

A.    RETARDO
B.     ANTICIPACION
C.     PROLONGACION DE SONIDO EN COMÚN
D.    APOYATURA


La aparición de estas células rítmico-armónicas no está sujeta a reglas melódicas o armónicas preestablecidas, sino que su incursión en el discurso melódico ocurre al comienzo, en medio o al final de la frase musical.

Ahora bien, si confrontamos la parte rítmica con la parte melódica, encontraremos tres patrones polirrítmicos básicos enmarcados por la distribución de sus acentos métricos:



















ARMONÍA:

La característica armónica fundamental del repertorio analizado está dada por un ambiente  tonal. Allí se pueden evidenciar principalmente dos estilos los cuales son el producto de un entorno cultural diferente y específico, por lo tanto, en esta investigación se han denominado de la siguiente manera: el primero de ellos bambuco “tradicional” y el segundo, bambuco “académico” aunque éste último surge y se desarrolla aproximadamente ya a partir de la mitad del siglo XIX.

El bambuco tradicional es aquel que surge del ambiente marcadamente campesino, trasmitido por tradición oral, en algunos casos sin autor reconocido, sin la intervención de una grafía musical, como fue común en las composiciones de mayor antigüedad. Está  sustentado en una secuencia armónica bastante simple, dada por los grados I, V y IV, o con algunas pequeñas variaciones, pero manteniendo el mismo ámbito armónico y normalmente sin modulaciones.

Esta secuencia armónica se constituyó como otro modelo específico en el aspecto armónico del bambuco, aunque es evidente que no es distintivo de este, pues la misma secuencia armónica se presenta en gran parte de las músicas tradicionales y populares tanto del país como de otros países de América Latina y de Europa.

 En algunas composiciones, la melodía de este tipo de bambuco muestra rasgos que pueden ser considerados como “arcaicos”, posiblemente derivados de la escala pentatónica usual en grupos campesinos e indígenas de la parte sur del país, que probablemente se asentaron en Bogotá durante las primeras décadas del siglo en cuestión. Esto puede apreciarse en composiciones como “La guaneña” o “El miranchurito”, ambas obras pertenecientes a la región suroccidental de Colombia, las cuales gozaron de gran popularidad en la época e incluso actualmente.

La interválica melódica se mueve a menudo por grados conjuntos, repite el mismo sonido, o utiliza intervalos de tercera, cuarta, quinta o sexta, como caso extremo. Otro factor —que no es común a todos los bambucos de este tipo— es la incursión del arpegio ascendente o descendente como parte de la melodía.

 El segundo estilo compositivo de bambuco es el “académico”, y se caracteriza por tener un grado de elaboración musicalmente mayor, por tener un autor identificado y porque  básicamente aparece ya en transcripción a partitura: bien por el mismo autor o por algún copista de la época. Sus características armónicas están dadas por la pluralidad y complejidad de sus grados tonales y la amplitud de sus intervalos melódicos.

El ámbito tonal sigue al del bambuco tradicional, pues está fundamentado en los mismos grados básicos, aunque ahora los utiliza en una mayor cantidad de inversiones e introduce un número más amplio de cambios armónicos y alteraciones accidentales en sus frases, siendo por lo general modulante: I – VI (V del II)– II – V – I(m). El tipo de técnica empleada en esta clase de bambucos se relaciona directamente con el grado de formación académica del compositor, quien introduce las variantes armónicas que cree convenientes para soportar su idea melódica.

En síntesis podemos afirmar que la influencia de un contexto más urbano generó a su vez una diferencia importante con respecto al bambuco campesino, es decir, mientras para los compositores urbanos la elaboración académica melódica y armónica, y la creación concebida como originalidad tenía un mayor peso, en el contexto rural se valoraba más el componente funcional de la música, bien fuera de baile o canción, sin importar que estuvieran sustentadas en formulaciones musicales muy utilizadas. Como se mencionó anteriormente, este proceso “academicista” y un tanto estilizado en la composición de bambucos surgió a mediados del siglo, producto del auge y desarrollo social y político de Colombia por aquella época.

Dichas circunstancias influyeron de manera decisiva en la significación de las artes y, por supuesto, en la composición musical y en la interpretación, esta última totalmente impactada por el virtuosismo instrumental que empezaba a llegar de Europa. El bambuco fue el primer género tradicional colombiano afectado por esta nueva estética y evolucionó a lo largo del siglo produciendo una forma paralela al bambuco tradicional.

Este proceso de transformación formal ya indica, en si mismo, las transformaciones que se estaban produciendo en los valores y en la imagen social del mismo.


COREOGRAFÍA:

El aspecto coreográfico del bambuco durante el siglo XIX se ha estudiado a partir de las descripciones o especulaciones que se hicieron sobre el tema durante las primeras décadas del siglo XX. La mayoría de éstas tienden a exagerar el carácter simbólico de la danza, adjudicándole ademanes que estarían fuera de contexto en el momento en que se realizaron. Es decir, estas teorías o propuestas están basadas en argumentaciones orientadas a legitimar una determinada imagen del bambuco y no es la simple descripción de un pasado.

 El modelo o diseño coreográfico del bambuco, un tanto estilizado, que se hace actualmente, surgió en medio de tales teorías. Al tener en cuenta exclusivamente el carácter artístico de una danza que pasó a formar parte del patrimonio colectivo del país y a ser representada sólo en actos culturales, alejándose notablemente del contexto rural de donde emergió y que ahora, entrado el siglo XXI, ha desaparecido prácticamente del ambiente bogotano. La descripción de la danza que haremos seguidamente está basada en relatos de viaje, pinturas, artículos de periódicos y otros documentos del siglo XIX referentes al baile en Bogotá. Esta reseña será realizada de manera general, sin entrar en detalles de fechas o momentos sociales específicos que hayan influido en su transformación. Sin embargo, se distinguirán algunas figuras de su coreografía que se encargarán de ilustrar la manera de bailar este ritmo colombiano.

Resultado del proceso de atribución de identidad que experimentó este ritmo, hoy día el atuendo “típico” utilizado para bailar el bambuco está basado en una estilización del traje campesino bogotano del siglo XIX. Este estaba diseñado para la comodidad del trabajador en las labores artesanales o agropecuarias que comúnmente le ocupaban. La mujer vestía una falda de tela de algodón, con amplios vuelos, adornada en la parte inferior con varios diseños y colores; la blusa era también de algodón, con bordados, y sobre ella una mantilla o pañolón, pisado con un sombrero alón tejido por lo general con caña o con jipijapa; su calzado consistía en unas alpargatas hechas de lienzo o lana tejida con suela de cáñamo.

El hombre solía vestir pantalón de dril o de lienzo ordinario, camisa manga larga de algodón y, sobre ella, una manta de lana con un agujero en medio para introducir la cabeza, conocida como “ruana”, toponímico de Rouen, ciudad de Francia de donde provenían los textiles para elaborar dicha prenda; complementaba su vestuario un sombrero de caña o jipijapa, alpargates y pañuelo amarrado al cuello para protegerse del frío.

A lo largo del siglo XIX, en Bogotá fueron muchos los contextos en los que se bailó el bambuco, dando lugar a distintos modos, y variando en algunos casos desde sus figuras hasta su vestuario. Sin embargo, su singularidad bailable, fundamentada en el “paso” representativo de este género musical, se mantuvo prácticamente sin variantes durante todo el periodo. Este movimiento dancístico, denominado escobillado, es el paso de rutina para cualquier bambuco y se realiza partiendo de una posición en reposo para luego levantar ligeramente el pie derecho hacia adelante cruzándolo sobre el otro hasta tocar levemente el suelo con la punta del pie, resbalándolo sobre el piso al volver a su posición inicial, imitando el efecto de cepillar. Seguido de esto se efectúa un pequeño salto hacia atrás para intercalar el pie y hacer lo mismo con el otro, repitiendo esta misma secuencia durante todo el baile, bamboleando el cuerpo y acompañándolo de las diversas figuras coreográficas. Estas cambiaron o se desarrollaron durante todo el siglo XIX para ser casi reglamentadas en el siglo XX en un proceso de institucionalización que se plasma en la figuración de las figuras del baile.

La temática del baile del bambuco se estructura alrededor de una supuesta “representación” de la conquista amorosa, en la cual el estilo jocoso, propio de la actitud campesina nacional, se evidencia lleno de gracia y coqueteo por parte de la pareja, y tiene lugar en una planimetría circular compuesta por la combinación de diferentes figuras, cada una de ellas completamente diferenciada. Este tópico aparece reseñado en los primeros escritos del siglo XIX referentes al baile en Bogotá y en algunas otras regiones del interior del país.

INVITACIÓN:

El hombre se dirige hasta donde está la mujer (o las mujeres reunidas) y le hace una invitación a ser su pareja con una pequeña venia frente a ella; si es aceptado vuelve al extremo del salón o del lugar donde se vaya a realizar el baile y, frente a ella, espera a que el cantante entone una copla para dar inicio al baile propiamente dicho cuando inicie la música. El hombre se desplaza nuevamente, ahora haciendo el escobillado y usualmente jugueteando con su pañuelo hasta donde la mujer está bailando, para invitarla en actitud de coquetería. Ella al comienzo se muestra indiferente y el hombre retrocede de espaldas o dando giros cerca de ella de manera aleatoria, hasta que ella accede y comienza a bailar con una mano en la cintura y con la otra levantándose levemente su falda haciendo el mismo paso de escobillado, pero en su sitio.

COQUETEOS:

La mujer, una vez ha aceptado el baile, empieza a desplazarse por el salón, generalmente en forma circular, mientras huye de los insistentes coqueteos de su pareja; la particularidad de esta figura está dada por el momento en que casi se encuentran, pero en ese preciso instante, la mujer da media vuelta para iniciar de nuevo su evasión.

CONTRARIOS:

La figura anterior se mantiene, hasta que en un determinado momento, generalmente dado por el cambio de frase musical, la pareja se encuentra frente a frente y uno hace exactamente lo contrario de lo que hace el otro: si ella mueve un pie hacia la derecha, él lo moverá hacia la izquierda; si ella sube, él baja. La variedad de estas figuras no presentaba un orden determinado y se podían hacer hasta un nuevo cambio de frase musical en donde una daba paso a otra.




COQUETEOS Y EVASIÓN:

En este momento el baile vuelve al mismo juego anterior, en donde la picardía y el galanteo se hacen de nuevo presentes, sólo que esta vez los dos coquetean y huyen uno del otro. La pareja se mantiene a corta distancia y la mujer va girando la cabeza de lado a lado tratando de mirar al hombre en su persecución, éste por lo general trata de jugar con su pañuelo haciendo pequeños movimientos al azar o circulares en el aire mientras persigue o es perseguido. Mientras esto ocurre la pareja se cruza y se esquiva pero jamás se toca.

OCHOS:

La insistente persecución del hombre hacia la mujer continúa; ella huye de él dibujando en el piso una forma similar a la del ocho, que puede ser amplia o pequeña dependiendo por lo regular del espacio en donde se baila; su pareja la sigue repitiendo la misma figura salvo que, en el momento de cruzarse, ambos pasan dándose la espalda pero mirándose furtivamente. La frecuencia de este movimiento depende de la música o del gusto de la pareja.


ARRODILLADA:

Al terminar la figura anterior y cuando la pareja vuelve a quedar de frente, él inca una rodilla en el piso y le ofrece el pañuelo a su pareja para que ella lo tome por una de sus puntas y baile a su alrededor. Él la sigue con la mirada en la misma actitud que ha traído desde el comienzo de la danza. La danza se cierra con otra pequeña persecución del hombre a la mujer donde él trata de abrazarla mientras ella huye; entre tanto, la pareja baila en círculos o realizando movimientos improvisados por todo el salón hasta finalizar la música; el hombre, entonces, inca una rodilla frente a ella a manera de venia y bate el pañuelo frente a la cara de la mujer simulando un pequeño y coqueto golpe.

Pese a esto, no contamos con una documentación histórica más precisa, y las fuentes que se analizaron no fueron suficientes para permitir dilucidar con más precisión el comportamiento social o las diversas actitudes que podían estar presentes en el pueblo bogotano ante el galanteo —por supuesto acordado de antemano— de este baile. De esta serie de datos podemos plantear las siguientes hipótesis:

a.      Que ejercía gran atractivo y motivación por el hecho de departir en pareja, hecho común en muchas danzas de su tipo.

b. Que la cantidad de parejas involucradas en la realización de esta danza podía oscilar generalmente entre una o cuatro, mientras las demás personas presentes los rodeaban aplaudiendo y aclamándolas.

c. Que la amplitud y variedad de figuras coreográficas dependía del lugar donde se hicieran y de la duración del bambuco.

d. Que podía ser medio un eficaz para realizar una verdadera conquista amorosa.

e. Que más allá de la significación social del bambuco, esta música era altamente  apreciada y empleada en todo lo que tuviera que ver con fiesta y jolgorio, pero limitado principalmente a la clase popular, pues la incursión de esta música en círculos sociales más exclusivos de la ciudad, tendría otro motivo y otro significado que no estarían delimitados tanto por el disfrute sino por el rol emblemático que empezó a tener después de la mitad del siglo.

f. Que debido a su alto poder de identificación cultural el traje y los atuendos de la  clase campesina bogotana se transformaron en elemento simbólico, fácilmente perceptible por la comunidad y asumiéndolo como estándar indumentario.























ANEXOS/BAMBUCO “BAILE TRADICIONAL”



Imagen 1[25]


                                                                                                                   Imagen 2[26]


Imagen 3[27]
CONCLUSIONES:

·         Ritmo musical bailable andino colombiano de origen mestizo reconocido como emblema nacional, el cual consiste en una danza basada en el amor, donde se describe el enamoramiento campesino.

·         El Festival del Bambuco fue declarado en el año 2006 como Herencia Cultural Nacional por el Congreso de Colombia.  Este se celebra en la ciudad de Neiva, Departamento de Huila, conmemorando las Fiestas de San Pedro y San Juan.

·         Nos podemos dar cuenta que siempre el desarrollo de un ritmo se da según el entorno o el nivel de desarrollo social que tenga una sociedad, ya que cada uno somos influenciados por este en nuestras percepciones y emociones, por lo tanto no podemos evitar el dejar nuestra maraca diferente dentro de nuestras composiciones. Incluso en la misma Colombia el bambuco fue evolucionando según los cambios que se fueron dando  en el país.

RECOMENDACIONES:

·         Sin duda, la recomendación  más importante es, seguir en la búsqueda de información y despertar la motivación al conocimiento ya que pocos músicos Guatemaltecos conocen sobre los diferentes ritmos que el mundo nos ofrece y que algunos han adoptado para hacer sus composiciones.

·         Necesitamos ponerle más atención al análisis del Bambuco ya que es un ritmo que nos puede enriquecer enormemente en cuanto a la polirritmia que aquí se maneja.

·         Creo que una solución práctica para poder dar a conocer los diferentes ritmos, sería hacer conciertos temáticos, por ejemplo: Hacer un concierto con los ritmos tradicionales de Colombia, luego uno que sea de Brasil y así sucesivamente. Entonces en este caso sería hacer conciertos informativos para que todos tuviéramos más contacto con esta música.








BIBLIOGRAFIA


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[10] Andrés Pardo T. y Jesús Bermúdez S. Op. cit., p. 16.
[12] Andrés Pardo T. y Jesús Bermúdez S. Op. cit., p. 16.
[13] Egberto Bermúdez, Op. cit., p. 26
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[16] Egberto Bermúdez. Los instrumentos musicales en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1985. p. 114
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[19] Egberto Bermúdez. Los instrumentos musicales en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1985. p. 120
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[21] Egberto Bermúdez. Los instrumentos musicales en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1985. p. 124
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[23] Egberto Bermúdez. Los instrumentos musicales en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1985. p. 131
[24] Página Web. Fundación Bat. http://www.fundacionbat.com.co/site2012/interna.php?ids=111&id=597
[25] Página Web. Fundación Bat. http://www.fundacionbat.com.co/site2012/interna.php?ids=111&id=599
[26] Página Web. Fundación Bat. http://www.fundacionbat.com.co/site2012/interna.php?ids=111&id=590
[27] Página Web. Fundación Bat. http://www.fundacionbat.com.co/site2012/interna.php?ids=111&id=580

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