Artículo de Siglo 21 de fecha 30 de
Septiembre del año 2012
Este fabricante de guitarras es un alquimista: utiliza
una combinación de maderas preciosas guatemaltecas para crear instrumentos
sin alma.
“Aquí, en la parte central, está el alma de una
guitarra”. Ramón Iglesias señala la pieza de madera justo debajo de las cuerdas
de una de las guitarras eléctricas que construye, mientras habla lentamente,
enfatizando la última palabra de cada frase: “Todo lo demás, por así decirlo,
es un adorno”.
Esos “adornos” forman el cuerpo de las guitarras. Son de
madera y forman figuras abstractas, a veces bastante distintas de las guitarras
eléctricas promedio. También pueden ser complicadas esculturas, como una serpiente
enrollada o un caballo. O asemejarse a un objeto preciado para el dueño del
instrumento. A un químico biólogo, por ejemplo, le construyó hace poco una
guitarra con forma de microscopio.
Ramón es un lutier (luthier, lutero o violero), alguien
que construye, adapta y repara instrumentos de cuerda. Aunque comenzó
construyendo guitarras acústicas y violines, hace más de cuatro décadas, hoy se
dedica sobre todo a darle vida a guitarras y bajos eléctricos. Su trabajo es el
de un artesano que, para realizar su oficio, debe dominar varias artes,
ingenierías y ciencias, como la química, la botánica y la física. Y todo este
conocimiento le sirve para fabricar instrumentos personalizados. “Aquí en el
taller estamos para compartir los deseos y las ilusiones del músico, del
cliente”, dice Ramón, “para que no haya en el mundo otra guitarra u otro bajo
igual”.
Gusto y habilidad
El taller de Ramón Iglesias está dentro de una
construcción centenaria de madera, ubicada en el corazón de la colonia
Mariscal. A un costado hay una docena de guitarras y bajos colgados de sus
clavijeros sobre varios tornos, sierras y otras herramientas de carpintería. Al
fondo hay una mesa con una computadora portátil y varias cajas con bártulos
electrónicos, circuitos y materiales de soldadura. En la entrada hay varias
planchas y trozos de maderas preciosas, como chicozapote, cericote, cedro,
caoba, jobillo, hormigo y rosul. Aquí es donde Ramón ha fabricado unos 800
instrumentos desde que decidió regresar a Guatemala, luego de una larga temporada
en Europa y EE.UU, adonde partió para volverse lutier.
“En los años 70 aprendí lutería en España (guitarra) y en
Italia (violín). A finales de esa década me ofrecieron trabajo en EE.UU., en la
fábrica de guitarras C.F. Martin & Company, en su Custom Shop (donde
se hacen guitarras bajo pedido)”, cuenta Ramón. “Fue allí donde pasé de lo
acústico a lo eléctrico. Me di cuenta de que era más fácil diseñar guitarras
eléctricas; de repente cada una podía ser una escultura, lo cual no puede
hacerse con una acústica”. Su gusto por la lutería se complementó con su
familiaridad con la mecánica de precisión, a la cual se dedicaba en
Guatemala.
De esta habilidad es testigo Manuel Ávila, un joven
estudiante de ingeniería electrónica que comenzó a trabajar con Ramón hace 5
años, y que hoy es su socio. “Ramón tiene una personalidad tenaz y es un gran
maestro. Se mete a fondo en lo que hace, leyendo, investigando, y estoy seguro
de que podría hacer cualquier cosa”. Manuel acompañó a su hermana, Carol
(bajista de la agrupación Naik Madera), a que Ramón calibrara su bajo, y así lo
conoció. “Yo estaba buscando algo a que dedicarme y Ramón alguien a quien
transmitirle lo que sabe. Desde el primer momento hubo afinidad entre ambos”.
Manuel ha contribuido a que Iglesias Instruments tenga presencia en
Internet y planea comercializar la empresa en portales comoeBay. Actualmente
cuenta con tres divisiones: Iglesias Guitars, TUC Percussion,
y DSQ Electronics (que fabrica pedales electrónicos para
guitarras).
Guitarras sin alma
“Dicen que mis instrumentos están vivos”, comenta Ramón.
“Lo que sucede es que, debido a las maderas con las que los construyo, su
tesitura y su color cambian con el paso del tiempo”. Las
guitarras Iglesias tienen otra peculiaridad: están construidas sin alma (una
varilla de metal ajustable que sirve para que el mástil no se doble debido a la
tensión de las cuerdas). En las Iglesias, en vez de esa varilla, hay
un solo cuerpo hecho con una combinación de maderas preciosas, que está
fabricado por “alquimistas”, dice Ramón. “Debemos hacer nuestro propio
pegamento y conocer perfectamente las propiedades de las maderas. Por eso hice
un viaje de tres años, desde Yucatán hasta Brasil, investigando las propiedades
de las maderas latinoamericanas. Sólo en Guatemala contamos con 3 mil especies
de árboles”, concluye.
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