sábado, 31 de octubre de 2015

Cada guitarra eléctrica puede ser una escultura

Artículo de Siglo 21 de fecha 30 de Septiembre del año 2012


Este fabricante de guitarras es un alquimista: utiliza una combinación de maderas preciosas guatemaltecas para crear instrumentos sin alma.

“Aquí, en la parte central, está el alma de una guitarra”. Ramón Iglesias señala la pieza de madera justo debajo de las cuerdas de una de las guitarras eléctricas que construye, mientras habla lentamente, enfatizando la última palabra de cada frase: “Todo lo demás, por así decirlo, es un adorno”.
Esos “adornos” forman el cuerpo de las guitarras. Son de madera y forman figuras abstractas, a veces bastante distintas de las guitarras eléctricas promedio. También pueden ser complicadas esculturas, como una serpiente enrollada o un caballo. O asemejarse a un objeto preciado para el dueño del instrumento. A un químico biólogo, por ejemplo, le construyó hace poco una guitarra con forma de microscopio.
Ramón es un lutier (luthier, lutero o violero), alguien que construye, adapta y repara instrumentos de cuerda. Aunque comenzó construyendo guitarras acústicas y violines, hace más de cuatro décadas, hoy se dedica sobre todo a darle vida a guitarras y bajos eléctricos. Su trabajo es el de un artesano que, para realizar su oficio, debe dominar varias artes, ingenierías y ciencias, como la química, la botánica y la física. Y todo este conocimiento le sirve para fabricar instrumentos personalizados. “Aquí en el taller estamos para compartir los deseos y las ilusiones del músico, del cliente”, dice Ramón, “para que no haya en el mundo otra guitarra u otro bajo igual”.
Gusto y habilidad
El taller de Ramón Iglesias está dentro de una construcción centenaria de madera, ubicada en el corazón de la colonia Mariscal. A un costado hay una docena de guitarras y bajos colgados de sus clavijeros sobre varios tornos, sierras y otras herramientas de carpintería. Al fondo hay una mesa con una computadora portátil y varias cajas con bártulos electrónicos, circuitos y materiales de soldadura. En la entrada hay varias planchas y trozos de maderas preciosas, como chicozapote, cericote, cedro, caoba, jobillo, hormigo y rosul. Aquí es donde Ramón ha fabricado unos 800 instrumentos desde que decidió regresar a Guatemala, luego de una larga temporada en Europa y EE.UU, adonde partió para volverse lutier. 
“En los años 70 aprendí lutería en España (guitarra) y en Italia (violín). A finales de esa década me ofrecieron trabajo en EE.UU., en la fábrica de guitarras C.F. Martin & Company, en su Custom Shop (donde se hacen guitarras bajo pedido)”, cuenta Ramón. “Fue allí donde pasé de lo acústico a lo eléctrico. Me di cuenta de que era más fácil diseñar guitarras eléctricas; de repente cada una podía ser una escultura, lo cual no puede hacerse con una acústica”. Su gusto por la lutería se complementó con su familiaridad con la mecánica de precisión, a la cual se dedicaba en Guatemala. 
De esta habilidad es testigo Manuel Ávila, un joven estudiante de ingeniería electrónica que comenzó a trabajar con Ramón hace 5 años, y que hoy es su socio. “Ramón tiene una personalidad tenaz y es un gran maestro. Se mete a fondo en lo que hace, leyendo, investigando, y estoy seguro de que podría hacer cualquier cosa”. Manuel acompañó a su hermana, Carol (bajista de la agrupación Naik Madera), a que Ramón calibrara su bajo, y así lo conoció. “Yo estaba buscando algo a que dedicarme y Ramón alguien a quien transmitirle lo que sabe. Desde el primer momento hubo afinidad entre ambos”. Manuel ha contribuido a que Iglesias Instruments tenga presencia en Internet y planea comercializar la empresa en portales comoeBay. Actualmente cuenta con tres divisiones: Iglesias Guitars, TUC Percussion, y DSQ Electronics (que fabrica pedales electrónicos para guitarras). 
Guitarras sin alma

“Dicen que mis instrumentos están vivos”, comenta Ramón. “Lo que sucede es que, debido a las maderas con las que los construyo, su tesitura y su color cambian con el paso del tiempo”. Las guitarras Iglesias tienen otra peculiaridad: están construidas sin alma (una varilla de metal ajustable que sirve para que el mástil no se doble debido a la tensión de las cuerdas). En las Iglesias, en vez de esa varilla, hay un solo cuerpo hecho con una combinación de maderas preciosas, que está fabricado por “alquimistas”, dice Ramón. “Debemos hacer nuestro propio pegamento y conocer perfectamente las propiedades de las maderas. Por eso hice un viaje de tres años, desde Yucatán hasta Brasil, investigando las propiedades de las maderas latinoamericanas. Sólo en Guatemala contamos con 3 mil especies de árboles”, concluye.

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